22.4.10

The night of the living dead

Hace algunos años, tantos que ya se me dificulta recordar, mi realidad no era la misma. Aún tengo recuerdos vagos de la increíble mujer que solía ser pero que nunca llegué a contemplar. Recluída en mi propio mundo de llaves y candados transcurrieron mis días mientras navegaba solitariamente en dirección al horizonte, confiada de que allí se encontraba el legítimo capitán de mi navío. Mitad ingenua, mitad inocente, hice oídos sordos a todas las advertencias convencida de que si yo lo esperaba, si me armaba de paciencia y de esperanza... él finalmente anclaría en mi puerto y me llevaría a conocer las maravillas de los siete mares. Tanto tiempo esperé que el tiempo mismo se cansó de esperarme y decidió robarme de una vez todos los suspiros, dejandomé dormida entre los durmientes de mi muelle abandonado.
 Al abrir los ojos noté instantaneamente que mi paisaje había cambiado, el olor de esa oficina no se parecía en nada a la fragancia marina a la que estaba acostumbrada y el hombre que me interrogaba parecía muy preocupado por mi estado.

- A diferencia de lo que demuestra con sus actitudes, es usted una mujer muy fuerte.

- ¿A qué se refiere? ¿Qu... Qué está pasando acá?

- Digamos que la vida a veces es demasiado para personas como usted, que no saben valorarla. Qué fácil que es quedarse sentado, observandola pacíficamente pasar delante de sus ojos como si fuera una película bastante aburrida. La falta de acción, el desinterés por involucrarse en los asuntos propios convierte algo tan maravilloso como  la vida misma en algo totalmente banal e insípido... ¿Para qué seguir malgastando minutos en casos como el suyo, si lo único a lo que está dispuesta es a esperar sentada que los astros se alinien y de la nada misma la conviertan en una persona dichosa y completa? Déjeme decirle señorita que ya no estoy dispuesto a continuar con su plan.

- Bueno, déjeme entonces corregirlo porque considero que usted no tiene ni la más remota idea de lo que dice...  Se cree taan poderoso detrás de ese escritorio como para objetar si yo merezco o no mi vida pero en cambio no lo veo a usted desenvolviendosé en medio de esa maldita jauría de lobos salvajes, observandote todo el tiempo como una potencial presa ¿Qué alternativa queda si yo no quiero formar parte? ¿En dónde quedamos los que creemos que la vida tiene un sentido más profundo que vivirla como si fuera el último de los días? No creo en las personas que se involucran sin tener una idea previa, un plan de acción que justifique esa entrega tan valiosa del cuerpo, de la mente o de cualquier otro aspecto porque no es precisamente involucrarse ¿No lo cree?
 He tenido la oportunidad de conocer mi mundo lo suficiente como para decidir que no quiero permanecer demasiado tiempo en él, y como cambiarlo está fuera de mis posibilidades, prefiero permanecer al margen...

- Y yo digo que usted es una cobarde...

- ¿Lo vé? No tiene caso, usted también es uno de ellos. No se preocupe, no pretendo que me entienda. Este tipo de conversaciones siempre termina de la manera que los demás quieren así que vayamos al grano: ¿Qué es lo que tengo que decirle para dejarlo satisfecho y ponerle un final a este asunto sin sentido?

- Su última respuesta me da la razón que creía tener. ¿Sabe acaso porqué la historia la escriben siempre los que ganan? No se trata de personas más o menos capaces, más o menos inteligentes sino de personas decididas a ser ellas las que triunfan. Usted, en cambio, está siempre dispuesta a ceder el lugar, SU lugar ¿Entiende? Durante este tiempo jamás tuvo el coraje de asumir el papel que le fue designado... aún si éste era el de una magnifica guerrera o el de una brillante damita. Prefiere ser la distante y misteriosa, prefiere darme la razón a replicar la respuesta, prefiere siempre el camino fácil...

-Continúe señor, a ver si en algún momento me puede diagnosticar algo que yo no sepa de mí misma.

- Es una lástima, es realmente una pena que se esmere tanto en conservar el papel de inadaptada cuando bien podría aprovecharlo de otras maneras

- Otras maneras, otras maneras ¿Le gustaría recomendarme alguna? ¿Cuál le gustaría que adopte mañana? ¿La de femme fatale? ¿La de ruda? ¡Por supuesto que hay otras maneras! Pero esta es la que elijo para mí, ésta es con la que estoy cómoda

- Está comoda, satisfecha con su forma de ser... íncreible realmente.

- Disculpe si esta pregunta suena grosera pero ¿Para qué sigue malgastando su preciado tiempo tratando de concientizar a alguien como yo, alguien que no tiene cura, alguien tan increíblemente ridícula?

- Porque justamente no voy a darle el gusto de facilitarle las cosas una vez más. Y no se trata de criticar su manera de ver el mundo, sino de hacerle ver la manera en que el mundo la está observando... Quizás podría estar relajado, tomando un café en vez de intentar cambiarle la cabeza a una señorita testaruda que en vez de intentar florecer, se esfuerza demasiado en seguir siendo un capullo cerrado hermeticamente.

- Eso no es verdad, no tiene derecho a decirlo.

- Demuéstreme lo contrario entonces, cuénteme ¿Cuándo fue la última vez que sintió su corazón acelerarse con una caricia? ¿Cuándo fue la última vez que sintió esa rara sensación en el estómago al escuchar nombrar a alguien más? ¿Cuando fué que lloró de felicidad absoluta y rió hasta sentir que se le caían las lágrimas? Son todas estas mágicas situaciones las que usted se olvidó de encontrar... porque estuvieron ahí todo el tiempo mientras sus ojos apuntaban a un horizonte mucho más lejano. Su vida ahora se terminó, el camino fácil parece que además se tomó demasiados atajos ¿No cree?

-¿Cómo dijo?

- Sí, después de todo para usted debe ser un alivio teniendo en cuenta que permanecer mucho tiempo en ese mundo de fieras salvajes no era su prioridad.

-Pero no puede ser... nono, esto no puede ser posible.

- Créame que así es, ahora sí puede dedicarse a observar el panorama sin presión alguna. Su turno se terminó mi querida.

-¡Tengo planes que realizar! ¡ Cosas por conocer!

- ...Y tanto tiempo desperdiciado. Hemos llegado al punto exacto donde usted y yo nos entendemos por primera vez. Tuvo en sus manos la oportunidad de realizar todo lo que en su cabeza rondaba y la errada idea de que todo se iba a dar tal y como usted esperaba sin poner ni un poco de voluntad por su parte. Esta vez no va a ser tan sencillo, ahora las reglas las dictaré yo.

Ahora no respiro y por mis venas no corre nada parecido a la sangre. Soy fría y pálida como la nieve, capaz de congelar a cualquiera que se atreva a tocarme y sin embargo sigo acá. Mi segunda oportunidad es mucho más que un castigo. Soy lo que fui y lo que debería estar siendo, al mismo tiempo. Soy una mezcla heterogénea entre la conservadora ermitaña y la arriesgada que sólo de vez en cuando sale a espiar. Soy un lío tremendo, un imán para el desastre, una atracción para el infortunio, una inocente palomita. Soy un cambio procesandose muy muy lentamente, soy las ganas de curarme de esos miedos sin sentido.  
 ¿Y qué tal si te cuento que yo ya estoy muerta? ¿Quién puede ahora lastimarme? ¿A quién debo temer si con el mismo diablo estuve cara a cara?
Quiero vivir la muerte entera, quiero vivir y nada más.